El padre Julian fue muy paciente conmigo, mis pecados eran muchos y necesite varias sesiones en la iglesia para recibir el perdon.
Pero con un cura tan bien dotado como el padre Julian, yo me concentraba en recibir el perdon, pero a la vez deaba que el cura me mostrara lo duro que era el infierno y lo largo que podia ser para un pecador su estancia en el.
Cada tarde le confesaba:
Padre Julian, acabo de pecar con mis siervos
... y el sobandose el bulto por enciama de la sotana. Me decia:
_ Hijo mio, acercate al púlpito vamos a rezar por tus pecados.
El Padre Julian era un fenomenal sacristan, sabia como hacerme sentir culpable.
Cada centimetro de su polla se introducia en mi interior y yo gemia pidiendole perdon, una vez tras otra. Los feligreses debian de pensar que era un cura muy duro y estricto.
Solo yo sabia lo duro que era aquel parroco cuando se trataba de castigar el pecado de la carne.
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