Parecíamos dos animales en celo y follábamos a todas horas, por la noche en nuestro cuarto no parábamos hasta dejar las pelotas de mi hermano totalmente vacías y todos los agujeros de mi cuerpo llenos de leche.
En la habitación mi hermano hacia verdaderos esfuerzos para evitar gritar mientras me follaba. Sus orgasmos se convertían en una agonía de placer que solo calmábamos con nuestros calientes besos.
En la habitación mi hermano hacia verdaderos esfuerzos para evitar gritar mientras me follaba. Sus orgasmos se convertían en una agonía de placer que solo calmábamos con nuestros calientes besos.
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