Se convirtió en un rito para mi el espiar a diario a aquel albañil. El al principio se limitaba a observarme como desde la ventana lo observaba y de vez en cuando me sonreía, hasta que decidió pasar a la acción.
Me enseñaba abiertamente su pollón duro y se la meneaba ante mis ojos, pero yo no me atrevía a dar el paso.
Me enseñaba abiertamente su pollón duro y se la meneaba ante mis ojos, pero yo no me atrevía a dar el paso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario