Desde que aquel extraño hombre enmascarado me folló, dormía todas las noches con la ventana abierta esperando su regreso.
Pero aquella noche quien apareció no fue el hombre enmascarado.
Pronto nuestra fama empezó a precedernos y empezamos a encontrar en todo momento a algún tipo dispuesto a donarnos todo el semen que se acumulaba en sus pelotas.
Kevin y yo lo compartíamos con glotonería.
Los dos jugadores pretenden follarse al nuevo, cuando de repente, ...
Aparece el entrenador hecho una furia.
Como mi hermanastro estaba en el frente, mi padre doblaba turnos en la gasolinera para traer dinero a casa, por lo que dejo de controlarme.
De esta forma pude volver con Kevin a la estación de autobuses donde montamos una especie de despacho en los servicios, atendíamos a todo tipo de hombres el único requisito es que trajeran la polla dura.
Nos pasábamos el día follando, a veces me hacia de rogar un poco logrando que la polla de Larry se endureciera debajo del mono, cuando parecía que aquel pollón iba a reventar la tela, Larry me llevaba al granero y arrancándome la ropa me la clavaba sin miramientos.
Mientras me follaba yo solo pensaba en lo mucho que iba a echar de menos aquella polla cuando volvieran mis padres.
Desde aquel preciso momento decidí indagar un poco para saber a quien pertenecía aquella polla que me había follado la noche anterior.
Encontré a un albañil en una obra que estaba meando, cuando se dio cuenta de que lo estaba espiando, en lugar de girarse empezó a sobarse la polla.
Me puso tan cachondo que corrí a pajearme hasta mi habitación.
Le hable a Kevin del minero que me había follado y se le hizo el culo agua pensando en la polla de aquel hombre.
Cuando llegamos a la mina vi como aquellos tipos lo tiraban al suelo y uno tras otro se lo follaban hasta correrse dentro de su culo.
Kevin y yo nos acabamos peleando por alojar el máximo numero de rabos de aquellos calientes mineros en nuestro ojete, pero al volver a casa me sentía vacío y solo.
Decidí probar suerte con Phil, que accedió gustoso a clavármela en un callejón.
Me gusto tanto que empecé a acudir a diario a por mi ración de rabo, pero pronto empezaron a correr rumores por el pueblo acerca de lo puta que era.
¡Phil debía haberse ido de la lengua, por lo que decidí dejar de follar con él!
Aprovechábamos las noches para follar en la cama de mis padres.
Yo iba a la habitación y abría el pijama de Larry, debajo había una polla dura que engullía hasta sentir como su espesa leche entraba en mi boca.
Sentía una extraña sensación al ser follado en aquella cama, me encantaba que Larry me abriera el culo en el lugar en el que fui engendrado y así se lo hacia saber en cada embestida que me daba.
