Pero los leñadores no solo mantenían sexo con nosotros, todo lo que habían aprendido había sido adquirido gracias a los largos tiempos de permanencia en el bosque, durante los cuales los leñadores aprendían a hacer de todo.
Surgían entonces una especie de relaciones estables, estando prohibidas las infidelidades.
Al ver el cariño con el que se trataban esos pedazos de machos empecé a añorar a Larry y lo feliz que hubiera sido de no ser por mi padre.
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