Después de cenar decidí llevarle algo de comida a Slava, que seguía escondido en el granero. Mientras comía me hablaba de sus experiencias y cuando me hablo de Hanz y Otto, dos calientes soldados del Régimen, todo encajo en mi mente como si de un inmenso puzzle se tratara.
Dos jóvenes en un granero y hablando de sexo solo podían acabar haciendo una cosa y eso mismo nos pusimos a hacer sin darnos cuenta de que estábamos siendo espiados.
Franz llegó con la polla dura como una piedra. No tenia ni idea de cuanto tiempo llevaba espiándonos, pero el caso es que su pollón era lo que mas necesitaba mi culo en ese momento y así se lo hice saber.
Dos jóvenes en un granero y hablando de sexo solo podían acabar haciendo una cosa y eso mismo nos pusimos a hacer sin darnos cuenta de que estábamos siendo espiados.
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