Aquellos hombres por muy santos y religiosos que fuera acabaron cayendo uno a uno víctimas de los lujuriosos habitantes de la isla.
Cualquier intención por muy buena que fuera, como esa de enseñar a montar a caballo al chico encargado de los establos, acababa de la misma forma.
Con el chico siendo follado salvajemente por alguno de los "miembros de la orden"
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