Andreas me aseguró que aquel encuentro en la montaña había sido algo casual, pero después de que me mandara a la comisaría de policía con una carta que ni siquiera abrió Webner empecé a pensar que alli había gato encerrado.
El policía al verme aparecer con la carta se sacó su rabo duro del uniforme mientras me decía que solo faltaba ponerle el sello a mi envío.
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