Hans y yo seguimos pajeando a Andreas mientras seguíamos haciéndole toda clase de preguntas sobre sexo.
Andreas se puso tan cachondo que decidió cortar con esto, empezó a perseguirnos con el rabo duro como una piedra.
Nosotros no pudimos hacer otra cosa que correr delante de él como dos conejitos asustados.
Una gota de agua manando de ese ojo ciego. ¿Qué podrá ser?, ¿cómo brotará?, ¿cuál será su sabor? Mamar el enorme y jugoso pene de ese hombre tal vez nos pueda dar algunas respuestas. Mamemos entonces.
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