Para ser admitido en esa congregación de monjes tenía que hacer mis votos.
El mas difícil de mantener para mí fue el voto de silencio. Para mi se hacía muy duro el pasarme el día en ese monasterio rezando y rezando sin otra cosa mejor que hacer. ¡Sin embargo tuve suerte al encontrar a un monje que supo ver en mi la gran necesidad que tenía mi alma!
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