Cuando los dos nos corrimos llenando el suelo y las paredes con nuestro espeso y caliente semen, teníamos claro que no pasaría mucho tiempo hasta que volviéramos a hacerlo
Con la cabeza tapada para que no descubriéramos el camino que llevaba hasta ese lugar secreto fuimos llevados hasta unas chozas donde nos esperaban veinte o treinta hombres desnudos y con las pollas duras a reventar.
Cuando papa me abrazo yo me subí a el en volandas y colocando mi ojete en posición deje que su polla volviera al lugar que nunca debía de haber dejado...